martes, 8 de septiembre de 2009

Nubes

Que rico es despertarse un sabado a las nueve de la mañana con un clima templado en el que se siente el calor del sol sin tener que tostarse la piel como en un día de febrero.
Al salir puedo sentir el sol, ¡pero lo bueno es que no quema!. Perfecto. Mientras camino siento que voy contra la rotación terráquea. Veo que el viento sopla muy fuerte arriba empujando a las nubes, arrimándolas hacia los cerros de la periferia. Hay viento arriba pero una brisa se siente por donde yo estoy. Se nota el movimiento de las nubes: a veces te siguen despacito, otras veces te quieren ganar (y de hecho siempre lo hacen) y a veces te persiguen.
Si ves la sombra de una nube verás como te retan como si se tratara de un desafío que obviamente nunca ganarás. ¡Eres humano!..pequeño yo. Solo me pongo a pensar que yo podría estar caminando en contra del mundo, o de costado o de abajo hacia arriba. Es cuestión de donde te quieras ubicar. Yo me siento cómodo por ahora.
La carrera planteada por el hombre al mundo, la lucha contra la naturaleza, el avance por seguir viviendo y querer experimentar al máximo hasta dónde podría aguantarnos la sabia eterna. Interperie y desolación comienzo a presentir.
Las hormigas, las flores, las palomas, los árboles, las plantas, los perros, etc. son seres alrededor nuestro y los ignoramos. Crecen a pesar de que estamos aquí para doblegarlos con nuestra autoirrogada (sobremanera paupérrima) sabiduría.
Verde, azul, blanco, crema. La naturaleza lleva colores, sonidos y sensaciones de algo eterno y omnipresente con el conocimiento de una verdad inevitable y cíclica. Su verdad. Su relatividad.

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