jueves, 10 de septiembre de 2009

Lo ideal, bello e inalcanzable.

Casi siempre pensamos que existen cosas en este mundo que estarán fuera de nuestro alcance y luego, con pesado conformismo, traemos a nuestra realidad las ideas que se crearon en ese ámbito irreal (nuestra cabeza pensante generadora tanto de razones como de deseos). Por lo general, el ser humano piensa en dualidades: bien-mal, belleza-fealdad, limpieza-suciedad, frio-calor, amor-odio, etc. Debido a esto es que cuando nuestros ánimos se alteran nunca podemos pensar en un punto intermedio y ni siquiera pensar en cuestiones con posibilidades a largo plazo. Es decir, nunca vemos en gris y menos en tonalidades, salvo cuando estamos en paz con nosotros mismos y en conexión con todo lo que nos rodea. Así, en la tranquilidad con el mundo nos inspiramos y podemos pensar claro para, inclusive, potenciar más allá nuestras limitadas capacidades.
Lo ideal se condice con el concepto de lo abstracto, aquello inalcanzable y etéreo que podemos ubicar en el ámbito de los pensamientos y los sueños: la belleza, la justicia, la bondad o el amor son cuestiones muy abstractas, sujetas a tantas percepciones como personas existen en el mundo. Sólo están ahí: eternas y fijas. Se puede afirmar que nunca podrá haber un consenso sobre dichos conceptos y por eso cabe adecuarlos a cada realidad y resignarnos al inevitable conflicto que se crea cuando se discute acerca de ellos. Recordemos que el conflicto es bueno y necesario, siempre que sea bien llevado.
Por otro lado, nos encontramos en el plano de lo físico y tangible, aquello relacionado con la ontología y el ser. Aquí no cuentan los valores ni la moral. Lo estético toma aquí un tono prioritario y no es de sorprender que la superficialidad también. Una vez una persona me dijo que "la imagen era todo lo que importaba" y eso me decepcionó mucho porque me dio a entender que se desenvolvía en una sociedad individualista e hipócrita; y como era lógico esta persona podía serlo y no parecerlo. Entonces, sólo vale lo que uno puede ver a guisa de confirmación de la cruda realidad. Felizmente no sólo tenemos la capacidad de sentir lo físico sino también la gran facultad de pensar como querramos: No hay buenos ni malos pensamientos, sólo distintos. Es así que el arte se conecta con la estética y estos a su vez con la percepción idealizada de lo que nos rodea. Sólo así hay creación, nacimiento y libertad que debe ser dirigida para bien.
Es así que quiero llegar a un punto de inflexión en esta estéril tarea de traer lo deseable a la realidad: El poder y la libertad. Ambas son cuestiones tan importantes que se estrellan como dos trenes con las calderas repletas de leños al rojo vivo a una gran velocidad. Es entonces que sólo queda la idealización de conciliarlas a traves de algún instrumento de alcance general y abstracto: Me estoy refiriendo a las normas, es decir, aquél espíritu de lo deseable para una viable relación entre ambas.
Consecuencia de generar una realidad a traves de un ideal se da cuando un Estado que basa su forma de gobernar en la búsqueda del bienestar, generalmente se regirá por normas de convivencia que aspiran a llegar a un fin último: La Perfección, la sociedad ideal, la sociedad del bienestar para todos, o sea, un lugar donde todos sean felices. Detrás de dicho anhelo tan loable se esconde el fantasma de un perfeccionismo tan real que se llega a identificar con algo que tod ser libre teme: un peligroso régimen totalitario y controlador, donde todo es norma, uniformidad y estandarización.
Podría decirse que es un aspecto negativo de la aplicación de elementos deontológicos a la realidad. Ese "deber ser" es la misma ley que manda, rige y constriñe y que esta al servicio del poder. Esa idealización es aquél zorro con piel de oveja que nos llega a engañar bajo un esperanzador discurso.
Así; lo bello, lo ideal y lo inalcanzable son aspiraciones peligrosas porque tras de sí guardan una terrible realidad que solo es visible cuando ya es demasiado tarde, es decir, cuando nos controlan y nos hacen perder nuestra autonomía y libertad. Por ello, el individualismo es el reflejo de un sistema muy bien estructurado que aspira controlar todo por las malas o por las buenas (recuérdese la estandarización: moda, gustos, poder blando) y que tiene al Derecho a su servicio.
De esta manera el Derecho del poder se convierte en la constatación de ese alicaído ideal que es para tontos soñadores: El poder del Derecho (una idealización en la que creen aquellos que sólo ven sombras de la realidad).
¿Entonces, para qué sirven el Derecho y las leyes? Me atrevo a decir que sólo tienen la simple función de equiparar las relaciones de los débiles en relación con los fuertes; es un instrumento al que apelan los débiles ante los abusos o amenazas de quienes detentan el poder. Es la garantía del débil y una ventaja para el poderoso. Y ello es evidente cuando nos encontramos en desventaja ante alguna situación: cuando nos sentimos necesitados o cuando nuestras debilidades son evidentes. ¿A qué apelamos en estos casos?..respuesta: al Derecho y la regulación para que podamos desarrollarnos "libremente", es decir, sin obstaculos en nuestro camino. Apelamos a la integración.
Mientras que cuando tenemos el poder, nada nos importa; no hay ética ni moral. tenemos otro tipo de concepción del mundo y en este contexto "el poder del Derecho" se vuelve inservible en relación con mi situación privilegiada y mas bien muy util en relación con aquellos desventajados que estan debajo de mi. El Derecho se vuelve en la herramienta perfecta de dominación. El poderoso desdeña el Derecho porque es consciente de su realidad. El Derecho limita su accionar y desarrollo. Se genera una estética que es algo bello para él, pero nauseabundo para los demás. Es relatividad, es cuestión de percepción y determinismo (según el poderoso los débiles nacieron para ser débiles y estar por debajo de el y sin posibilidad de cambiar su situación).
Y pensar que todo partió de un ideal de perfección que terminó pariendo un poder totalitario, abusivo y arbitrario. Este es el peligro de la actual situación del mundo, una Organización de Naciones Unidas que sólo es el redil de cinco terratenientes que gobiernan la tierra y que en su loca aspiración de lograr el poder absoluto e irradiar desde su posición un estado de bienestar para los suyos y para los demás, esta matando poco a poco aquella esencia comunitaria humana que se refleja en la imposición de un individualismo pernicioso y disociador que cada vez más se desarrolla en nuestras necesidades diarias: muy pronto los de arriba conocerán todo acerca de nosotros: adiós privacidad. Internet, Celulares con ip, posibilidad de ser identificado y localizado en cualquier parte del mundo, GPS, bancos que conocen muy bien a sus clientes, etc. son sólo el comienzo de un futuro despojado de la verdadera esencia humana en beneficio de aquellos que nos hicieron creer que la perfección y la felicidad eran la maxima aspiración a las que debíamos llegar al final.

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