martes, 25 de agosto de 2009

Ciudad interior

Estoy en posesión de razón y voluntad; concibo fines y deseo alcanzarlos; pero si me impiden lograrlos ya no me siento dueño de la situacion. Puede que me lo impidan las leyes de la naturaleza, accidentes, actividades de los hombres, o el resultado, a veces no intencionado, de instituciones humanas. Estas fuerzas pueden ser demasiado para mi. ¿Qué puedo hacer para evitar que me aplasten? He de librarme de aquellos deseos que no puedo realizar. Quiero ser amo de mi reino, pero mis fronteras son extensas e inseguras, por tanto he de recortarlas para reducir o eliminar las partes mas vulnerables. Empiezo deseando la felicidad, el poder, la sabiduria o alcanzar un objeto particular. Pero no puedo controlarlo. Elijo evitar la derrota y el desgaste y, por tanto, decido no luchar por nada que no pueda estar seguro de obtener. Me determino a no desear lo inalcanzable. El tirano me amenaza con la destrucción de mis propiedades, con la prisión, con el exilio o con la muerte de los que amo. Pero si ya no me siento ligado a ninguna propiedad, ni me importa o no estar en la cárcel, y he extirpado de mi interior los afectos naturales, entonces ya no puede doblegarme según su voluntad porque lo que resta de mi ya no esta sujeto a miedos o deseos. Es como si hubiera ejecutado una retirada estratégica a una ciudadela interior (mi razón , mi alma, mi yo "noumenico") que no pueden tocar, hagan lo que hagan, ni las ciegas fuerzas exteriores ni la malicia humana. Me he retirado a mi mismo; ahí y solo ahí estoy seguro.
Elimino los obstáculos que encuentro en mi camino abandonando el camino. Me retiro a mi propia secta, a mi propia economía planificada o a mi teritorio aislado a propósito, donde no se escucha ninguna voz que venga de fuera ni tiene efecto fuerza extrerior alguna.
I. Berlin: "Dos Conceptos de Libertad"

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