martes, 11 de agosto de 2009

MIleuristas II


Mileuristas: Los nuevos pobres'
Enrique de Diego (periodista)

Los denominados mileuristas son los nuevos pobres del siglo XXI. Cierto que las anteriores generaciones crecieron en condiciones más precarias, con menos medios a su disposición. Cierto también que, durante tiempo, al inicio de sus vidas profesionales, los miembros de las anteriores generaciones tuvieron sueldos bajos y contratos temporales. Lo que diferencia a la actual generación es su falta de expectativas. 'No es lo que esperábamos', es frase que define su estado de ánimo. Y las esperanzas no cumplidas producen frustración. En dos aspectos: en el de la sobrecualificación, trabajos para los que los estudios realizados (licenciaturas, doctorados, másters) no son necesarios e incluso resultan superfluos; y en el de los bajos salarios, que impiden el ahorro y, de manera más grave, el desarrollo de una familia.

Según datos oficiales, el número de mileuristas en España asciende a once millones. Lo que caracteriza a la generación mileurista es que no se emancipa, carece de la energía vital y, sobre todo, de las condiciones para abrirse paso por sí sola. De hecho, el 30% de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre los 30 y los 35 años vive aún con sus padres; si descendemos en la pirámide de edad, la cifra se eleva hasta el 63% entre los 25 y los 29 años. Y hasta el 95% si se trata de jóvenes entre los 18 y los 25 años. Aunque quieran, no pueden. Según datos de la Agencia Tributaria, el 89% de los jóvenes madrileños tiene salarios inferiores a los 1.000 euros y un 56% no llega a los 600 euros al mes. Eso significa que un menor de 25 años cobra un 45% del salario medio.

La generación perdida por excelencia ha crecido adormecida. Anestesiado1 su espíritu crítico por una tupida red de sentimentalismos ecopacifistas, lo extraño y exasperante2 de esta generación perdida -incapaz e imposibilitada de pasar el relevo a la siguiente, que no existirá- es su conformismo. Y, sin embargo, es preciso despertarla de su sopor, porque esta generación es necesaria para la rebelión cívica -urgente e imprescindible- de las clases medias expoliadas, de las que proceden y a las que están en riesgo de dejar de pertenecer.

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